¡Ay mi yaquesita! Descubre la Historia que Inspiró el Clásico Sonorense
Una de las joyas musicales de Sonora, “¡Ay mi yaquesita!”, resuena no solo por su melodía pegajosa sino también por la historia de amor no correspondido que la inspiró. Manuel Rodrigo Gocobachi Figueroa, conocido afectuosamente como “El Yaqui”, compuso esta canción, que ha dejado una huella indeleble en el corazón de muchos sonorenses y más allá.
Nacido el 8 de enero de 1944, en Casas Blancas, una comunidad indígena yaqui de Vícam, Guaymas, Sonora, Gocobachi encontró la musa para su canción en un baile de los años 70 en Potam, donde conoció a Yolanda Segura Cruz. Aunque “El Yaqui” quedó profundamente enamorado, nunca expresó sus sentimientos a Yolanda; en cambio, plasmó su amor en la música, creando un himno eterno.
Yolanda, la verdadera “Yaquesita”, se dedicaba a la venta de productos, con “El Yaqui” como uno de sus clientes más leales. A pesar de su conexión, la relación nunca evolucionó más allá de una amistad, y eventualmente, Yolanda se casó con otro hombre en San Luis Río Colorado, sin saber que había sido la inspiración para uno de los temas más emblemáticos de la región.
Durante años, muchos asumieron que la canción fue dedicada a la esposa de “El Yaqui”, María del Rosario “Chayoli” Doumerc García, especialmente por un verso que menciona a “Yoli”. Sin embargo, la historia detrás de la canción revela un sentimiento de amor no correspondido que se convirtió en leyenda.
“La Yaquesita” se grabó por primera vez en 1973, dando inicio a una carrera prolífica para Gocobachi, quien compuso 47 canciones, incluidas “Tu nuevo cariñito”, “Flor de campomo” y “Vete ya”, esta última popularizada por Valentín Elizalde. A lo largo de los años, “La Yaquesita” ha sido interpretada por numerosos artistas, cada uno añadiendo su toque personal a esta melodía querida.
Manuel Rodrigo Gocobachi Figueroa, “El Yaqui”, falleció el 27 de noviembre de 2020 después de luchar contra el COVID-19. Su música, especialmente “¡Ay mi yaquesita!”, continúa viviendo, celebrando tanto su talento como su corazón apasionado.
Para los jóvenes de Ciudad Obregón y otros viajeros que desean explorar la rica historia musical de Sonora, esta historia de “La Yaquesita” es un recordatorio de cómo la música puede capturar el espíritu de un lugar y las emociones humanas más profundas.