Subirá el salario mínimo para 2026, pero advierten posibles riesgos
El debate sobre el aumento al salario mínimo ha vuelto a dominar la conversación económica del país. A pocas semanas de definirse el ajuste para 2026, la propuesta de la presidenta Claudia Sheinbaum ha generado reacciones encontradas entre empresarios, sindicatos y expertos en política laboral, quienes reconocen el impacto positivo del incremento, pero también los retos que implicará su aplicación.
El nuevo salario mínimo será de 312.25 pesos diarios, una cifra que representa un paso más en la estrategia de recuperación del poder adquisitivo iniciada en los últimos años. Desde 2018, México ha experimentado un incremento sostenido en este indicador, lo que ha beneficiado a millones de trabajadores formales, especialmente en sectores como servicios, comercio y manufactura.
Sin embargo, especialistas advierten que este aumento debe acompañarse de una actualización de las tarifas del ISR, ya que de lo contrario, los trabajadores podrían verse afectados por una mayor carga fiscal. Además, algunas pequeñas y medianas empresas podrían resentir el ajuste en sus costos operativos, afectando su competitividad en el corto plazo.
De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el salario mínimo es una herramienta esencial para garantizar condiciones justas y proteger a los trabajadores frente a la inflación. En México, este concepto nació en plena Revolución, cuando el general Álvaro Obregón, el 9 de abril de 1915, emitió el decreto que estableció su existencia por primera vez.
A lo largo de las décadas, el salario mínimo ha evolucionado de ser una cifra simbólica a convertirse en una palanca de desarrollo social. La meta del actual gobierno, según declaraciones oficiales, es que nadie en el país trabaje sin un ingreso digno que cubra la canasta básica alimentaria y no alimentaria.
No obstante, la discusión en el Congreso y entre organismos empresariales se centra en encontrar el equilibrio entre justicia social y estabilidad económica. Algunos legisladores proponen que el incremento venga acompañado de incentivos fiscales y programas de productividad para las microempresas, evitando que el alza genere despidos o informalidad laboral.
En Ciudad Obregón, el tema también genera expectativa entre trabajadores y empleadores locales. Cajeme es una zona con fuerte actividad agrícola, comercial e industrial, y un incremento salarial podría impactar positivamente en el consumo local, pero también requerirá ajustes en nóminas y presupuestos de operación.
El debate seguirá en las próximas semanas, pero lo cierto es que cada incremento al salario mínimo representa más que una cifra: es un paso hacia una economía más justa y una mejor calidad de vida para miles de familias mexicanas.


