¿Qué significa la terminación “ez” en los apellidos mexicanos?

¿Qué significa la terminación “ez” en los apellidos mexicanos?

Muchos de los apellidos que usamos en México llevan la característica terminación “ez”: Hernández, González, Ramírez, entre otros. Este sufijo tiene un origen y un propósito, que va más allá de ser una simple coincidencia lingüística, ya que se remonta a las antiguas costumbres de identificación en España. Los llamados apellidos patronímicos tienen una historia de pertenencia y origen, que llegó hasta nuestro país durante la época colonial.

El “ez” en estos apellidos, comúnmente visto en los nombres hispánicos, es mucho más que un detalle. En realidad, esta terminación tiene un propósito específico: designar descendencia. Así, un apellido como Martínez significa “hijo de Martín”, y Rodríguez quiere decir “hijo de Rodrigo”. Este sistema ayudó en su momento a identificar el linaje familiar, una práctica que se extendió desde la península ibérica a sus colonias.

En México, muchos de estos apellidos patronímicos de origen español se han vuelto cotidianos. En sus orígenes, los nombres de familia reflejaban características físicas o personales, como Delgado o Franco, pero con el tiempo, la práctica de identificar a los hijos con el nombre del padre o el del ancestro prevaleció, dando origen a los apellidos que hoy conocemos.

No es un simple capricho que apellidos como Pérez, Fernández o López se encuentren entre los más comunes. A partir del siglo X en España, el apellido indicaba no solo el linaje familiar, sino también, en algunos casos, el nombre del señor feudal, del padrino o incluso del rey. Así, estos apellidos lograban una conexión entre las generaciones y ayudaban a preservar la herencia familiar.

Curiosamente, este tipo de sistema patronímico no es exclusivo de la lengua española. En inglés, por ejemplo, los apellidos como Johnson, Harrison o Jackson cumplen la misma función de indicar el “hijo de” alguien, mientras que en Escocia e Irlanda se usa “Mac” o “Mc” para señalar el mismo origen familiar, como en MacNamara o McMahon. En Dinamarca, encontramos la terminación “sen” en apellidos como Andersen, y en los países árabes, los prefijos “Al” o “Bin” cumplen el mismo propósito de indicar la procedencia familiar.

Para el caso de la lengua española, se dice que la terminación “ez” proviene del latín “filius” o “is”, que en su significado literal se traduce como “hijo de”. De ahí que apellidos como Pérez (hijo de Pedro) o Ramírez (hijo de Ramiro) se hayan popularizado y usado para designar descendencia.

Al recordar esta historia, los cajemenses pueden observar cómo el uso de los apellidos representa la herencia y cultura compartida, un detalle que persiste en la vida cotidiana. Si tu apellido lleva esta particular terminación, quizás tu linaje se remonte a un Gonzalo, un Fernando o un Rodrigo de hace siglos.

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