La película de Jodorowsky que John Lennon rescató del olvido
Si existe una película que transformó para siempre la carrera de Alejandro Jodorowsky, esa fue El Topo. Un filme extraño, espiritual, violento, simbólico y profundamente personal, que dividió audiencias desde su primera proyección en 1970. Hoy es un clásico de culto, pero estuvo a un paso de desaparecer entre el rechazo de distribuidores… hasta que John Lennon intervino.
Estrenada en México, El Topo mezclaba el estilo de los spaghetti westerns con la contracultura psicodélica de los años 70. A esta mezcla se le llamó por primera vez “acid western”, un subgénero que exploraba viajes espirituales, misticismo y simbolismos oscuros. Jodorowsky escribía, dirigía y actuaba, convirtiendo la cinta en una experiencia profundamente personal y no muy apta para el consumo comercial.
La cinta sigue a un pistolero misterioso que busca evolucionar espiritualmente mientras recorre tierras hostiles llenas de violencia y desafíos filosóficos. Con traiciones, duelos, iluminaciones y escenas gráficas, El Topo fascina tanto como desconcierta. Por eso, al principio, muchos espectadores abandonaban las salas. Y, claro, nadie quería distribuir algo tan extraño.
Fue en una de sus proyecciones nocturnas en Nueva York donde ocurrió el giro inesperado: entre el público estaban John Lennon y Yoko Ono. Ambos quedaron absolutamente cautivados por la película. Lennon no solo se declaró fan, sino que decidió intervenir directamente para que la cinta no muriera en la oscuridad.
El músico convenció a Allen Klein —su mánager y figura influyente en la industria— de comprar los derechos y distribuir El Topo en Estados Unidos. Gracias a él, la película se convirtió en un fenómeno underground, dando origen a la tradición de las “midnight movies”. Así nació la fama internacional de Jodorowsky como director de culto.
El apoyo de Lennon no quedó ahí: pidió que el compositor John Barham trabajara en el score que Jodorowsky había creado junto a Nacho Méndez, grabándolo nada menos que en Abbey Road Studios. Con esto, El Topo no solo adquirió proyección, sino estatus histórico dentro del cine experimental.
Después del éxito, Allen Klein también financió La montaña sagrada, otra obra clave de Jodorowsky. Aunque su relación terminó por desacuerdos creativos, el impulso inicial del ex Beatle ya había cambiado para siempre la percepción del cine de autor latinoamericano en el extranjero.
Hoy, El Topo sigue siendo una película desafiante, no apta para todos los gustos, pero imprescindible para entender el cine de culto. Su historia nos recuerda que, a veces, basta con que la persona correcta vea tu trabajo para que todo cambie. Y aunque esta historia ocurrió lejos de Cajeme, aquí también seguimos disfrutando del cine que transforma, sorprende y abre conversaciones.

